Iniciamos hoy la publicación de un magnífico artículo de los profesores Alfonso Sánchez Hermosilla (Departamento de Clínica Forense, Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Murcia, España) y Massimo Rogante (Estudio de Ingeniería Rogante, Civitanova Marche, Italia). Se trata de una profunda meditación sobre la Pasión y Muerte del Hombre de la Sábana Santa, realizada con una pericia científica poco común y una devoción sincera. La segunda parte será más larga, pero también la más interesante.
Resumen
Quienes se encuentran ante el Crucifijo a menudo no son conscientes del sufrimiento extremo que representa, especialmente debido a las terribles torturas de la flagelación y la crucifixión. La Sábana Santa, en este contexto, es la clave de interpretación más realista: a través de profundos estudios de medicina forense junto con la consulta de textos historiográficos y bíblicos, de hecho, nos ha permitido acercarnos al conocimiento de lo que pudieron ser las torturas, que implicaron a todas las partes del aparato físico del Hombre que la Sábana representa. Este artículo, tras una breve introducción de carácter general, expone brevemente los principales resultados de estos estudios, junto con consideraciones y reflexiones sobre el significado de la Sábana Santa para el hombre de fe.
1. Introducción
La mayoría de los que contemplan el Crucifijo, y de los fieles que le rezan, ignoran cómo las torturas de la flagelación y de la crucifixión, tal como se documentan en los textos historiográficos y bíblicos, infligieron los numerosos e inmensos sufrimientos al Hombre del Crucifijo.
Estos sufrimientos son retratados por la Sábana Santa de Turín, una tela de lino especial y misteriosa que lleva la huella del cadáver de un hombre torturado y crucificado, recordando innegablemente la Pasión de Cristo y suscitando grandes emociones desde su aparición por la extraordinaria figura que encierra.
Hasta finales del siglo XIX, la gente se acercaba a la Sábana desde el aspecto devocional. Tras la aparición de la placa fotográfica impresionada por Secondo Pia en 1898, por la que la Sábana demostró comportarse de forma similar a un negativo fotográfico, empezaron a surgir numerosas dudas sobre la hipótesis de una falsificación medieval, y comenzaron a desarrollarse investigaciones para tratar de comprender el posible origen de tan peculiar fenómeno.
La investigación científica propiamente dicha sobre la Sábana Santa, que comenzó en 1978 en el marco del denominado Proyecto de Investigación sobre la Sábana Santa de Turín (STURP), consistió en investigaciones químicas, espectroscópicas y forenses, y en el análisis de la posible solución de los problemas de conservación.
Los debates científicos sobre los aspectos físicos, químicos, biológicos, forenses e históricos de la Sábana Santa de Turín, comparándola con posibles copias, han demostrado en particular que la imagen no se produjo con medios al alcance de un falsificador medieval.
Los últimos estudios, aunque todavía no han aclarado cómo se formó, han establecido ahora de manera concluyente que la imagen de la Sábana Santa no puede ser una pintura: los resultados de los experimentos realizados por Di Lazzaro y sus colegas en 2015 confirmaron que un artesano medieval no habría podido obtener una imagen superficial a nivel de fibrillas. Por el momento, todo el mundo está de acuerdo en que se trata de una huella dejada por un cuerpo humano, cuyas características sugieren que el hombre estaba muerto, como demuestran tanto la posición del cuerpo, referible a la rigidez cadavérica (rigor mortis), como la forma y la naturaleza de las lesiones presentes (en particular, la del lado del pecho), incompatibles con la vida.
La muerte del Hombre de la Sábana Santa se debió sin duda a la tortura y el suplicio en la cruz, como demuestran claramente las heridas de clavos en las muñecas y los pies, lo que remite con gran precisión a la forma de ejecución de Jesucristo expuesta en los Evangelios.
La crucifixión, bárbara, ignominiosa y "cruelissimum eterrimunque supplicium", como la definió Cicerón, fue practicada hasta el siglo IV por los romanos, fenicios, persas, seléucidas, egipcios, griegos, cartagineses y judíos, cuando fue abolida por el emperador Constantino; sin embargo, reapareció en el siglo VII, practicada por los árabes contra los cristianos.
El análisis de las huellas que parecen ser coágulos de sangre ha llevado a los estudiosos Baima Bollone y Adler a la hipótesis de que se trata de sangre humana del grupo AB, hipótesis que aún no se ha demostrado de forma concluyente, debido a la no disponibilidad de un antígeno específico en el momento de la medición (1981).
También se encontraron en la Sábana Santa granos de polen, compatibles con un origen en Oriente Medio, y restos de áloe y mirra. Los estadounidenses Jackson y Jumper, en 1977, demostraron que la imagen de la Sábana Santa contiene información tridimensional que puede resaltarse por ordenador, y más tarde Tamburelli y Balossino, en Turín, perfeccionaron el tratamiento tridimensional obteniendo, entre otras cosas, la imagen del rostro, limpiado de heridas, y resaltando detalles que pueden remontarse a la presencia de monedas de la época de Cristo en los ojos.
En cuanto al modo en que se formaron las huellas, las imágenes de las heridas se deben sin duda a la eliminación de coágulos de sangre en el tejido, mientras que la huella del cuerpo se debe a la oxidación de las fibrillas superficiales de los hilos de lino: sobre el origen de este fenómeno, sin embargo, no existe una explicación completamente aceptable.
El último examen directo de la Sábana Santa es la datación por radiocarbono realizada en 1988 en los laboratorios de Oxford, Tucson y Zúrich, que dataría la tela de la Sábana Santa entre 1260 y 1390. Sin embargo, desde hace tiempo se plantean diversas objeciones científicas sobre el valor real que debe atribuirse a los resultados del examen del carbono 14, y el posible "rejuvenecimiento" por radiocarbono de la tela de la Sábana Santa podría explicarse también por sus vicisitudes y posibles contaminaciones de diversa índole.
Un grupo de trabajo coordinado por Marco Riani (Universidad de Parma), en particular, calculó las 387.000 configuraciones espaciales posibles de las doce piezas cortadas de las cuatro muestras de lino entregadas a los tres laboratorios y datadas por radio, llegando a dos resultados sorprendentes:
- Tucson fechó sólo una de las dos muestras recibidas
- los datos proporcionados por los tres laboratorios son heterogéneos y muestran un gradiente espacial de antigüedad, lo que denota la presencia de un contaminante no eliminado por la limpieza de las muestras: las tres dataciones presentan diferencias de carácter sistemático.
El resultado 1260-1390 no es, pues, científicamente fiable: la investigación, por tanto, sigue abierta y hoy en día no existen elementos definitivos ni para llegar a la edad de Cristo ni para dar por cerrada la cuestión con la datación medieval.
Por lo que respecta al análisis forense, que incluyó el estudio de las características estructurales de la fibra de lino y la formación de la imagen, los resultados fueron coherentes con los del análisis químico, microscópico, espectroscópico e informático, y entre las diversas evidencias encontradas figura la de niveles elevados de bilirrubina, indicativos de traumatismo.
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