Presentamos un artículo muy interesante del Dr. Villalaín desde la medicina forense. El Dr. Villaláin fue un médico forense de prestigio internacional y un investigador principal de la Síndone y del Sudario de Oviedo. Por su extensión, lo haremos en varias partes para facilitar su lectura.
Prof. Dr. D. José Delfín VILLALAÍN BLANCO
Catedrático de Medicina Legal.
HIPÓTESIS:
Dado que la rigidez se instaura progresivamente, el estudio de ésta, nivel alcanzado, características y evolución puede ofrecernos elementos que permitan determinar en qué momento se produjo la imagen sindónica.
Las investigaciones científicas, cada vez más abundantes y de mejor nivel, que se realizan actualmente tanto sobre la Síndone de Turín como sobre el Sudario de Oviedo hacen que cada vez sea más probable que estas telas hayan estado en contacto con el cadáver de Jesús. Éste es el valor principal de estas reliquias.
Partiendo de esta realidad procederemos al estudio de la presunta rigidez que presenta el Hombre de la Síndone, utilizando para completarla y complementarla no sólo los datos proporcionados por el Sudario de Oviedo, sino también los datos que la tradición y los Evangelios nos han transmitidos sobre la muerte de Jesús.
¿ESTABA RÍGIDO EL HOMBRE DE LA SÍNDONE?
No suele tratarse en los libros y monografías sobre la Síndone, el tema de la rigidez cadavérica, sino de pasada y de un modo general. Ni siquiera en las de carácter médico, pero tácita o implícitamente, todos los autores en los trabajos y análisis sindónicos, o simplemente sobre la imagen de la Sábana están de acuerdo en la existencia de una intensa rigidez en el Hombre de la Síndone. Todos los autores, al describir la imagen sindónica, sin referirse a una rigidez cadavérica, la describen como musculada.
Por lo general, los autores se limitan a afirmar que el Hombre de la Síndone presentaba “rigor mortis”, como hace, por ejemplo, Novelli, o señalan que se encontraba en rigidez cadavérica (Stevenson, Habermans, Jackson et al., y tantos otros.); Royo Villanova señala concretamente que “el estudio medicolegal de la Sábana Santa de Turín... ha comprobado el “rigor mortis” del cuerpo inerte del Redentor”.
En los primeros estudios médicos que se hicieron sobre la Síndone, los autores hablan de tetanización. Le Bec refiere un estado de tetanización de todo el cuerpo. Caminals, escribe que el Hombre de la Síndone tenía el pecho levantado por tetania asfixiante y epigastrio retraído. La misma expresión es la que usa Hynek y escribe este autor: “La excesiva rigidez de los músculos, tal como se presenta en las fotos de Enrie, me recordó un hecho que luego he venido comprobando constantemente: a consecuencia de la forzada tensión impuesta a los músculos, la rigidez mortal se manifiesta inmediatamente después del ultimo suspiro”. En otro de sus libros se limita a decir que la imagen tiene “la típica rigidez mortal”, aunque en otro de ellos analiza la rigidez con detenimiento y la compara con testimonios y experiencias propias. Siliato hace suya la frase de Antoine Legrand: “Después de la muerte, el cadáver quedó enseguida extremadamente rígido”.
El anatomopatólogo norteamericano, Robert Bucklin, añade “que el cuerpo estaba definitiva y obviamente rígido y tenso, la pierna izquierda encogida en la posición que tenía durante la crucifixión, habiendo quedado fija así; debido a la rigidez cadavérica, la cabeza definitivamente inclinada hacia delante”, y, en otro lugar: “The body appears to be in state of rigor mortis which is evidenced by an overall stiffness as web as specific alterations in the appearence of the lower extremities from the posterior aspects. The imprint of the right calf is much more distinct than that of the left leg was rotated in such a way that the sole of the left foot rested on the ventral surface of the right foot with resultant slinght flexion of the left knee. That position was maintained after rigor mortis had developed”.
Los expertos en Medicina Legal subrayan “la acentuada rigidez del Hombre de la Síndone, característica de las muertes excepcionalmente fatigosas y dolorosas”. Algunos autores añaden “con la cabeza hundida en el pecho, rasgo típico de los crucificados”. Según Hynek ”la rigidez cadavérica en los crucificados... era más pronunciada en las extremidades superiores” y lo achacaba al esfuerzo de suspensión.
Una serie de relatos complementarios en la que se cuentan situaciones dramáticas de muertes y tortura por colgamiento, dieron mucha luz al mecanismo de producción.
Cuenta Solé que en una conferencia de Antoine Legran, un espectador llamado R. Gieser, luxemburgués de nacionalidad, que había sido enrolado a la fuerza en el ejército alemán y deportado luego al campo de concentración de Dachau, expuso su experiencia en este campo de concentración donde contempló numerosas muertes por colgamiento. Posteriormente, P. G. Delory, sacerdote que había estado en ese campo, confirmó el relato, lo mismo que dos ex-prisioneros de Lager. En todos estos casos se refiere un copioso sudor y la fiebre del torturado y concluye: “El condenado moría con la cabeza hundida en el pecho, hasta tal punto metida en los omóplatos, que casi quedaba a su nivel”...“la cabeza caía hacia delante en el eje del cuerpo cuya rigidez era extrema”. Estos testimonios se completan con los relatos aportados por Hynek que presenció, en la guerra de 1914-1918, el castigo por colgamiento, llamado aufbinden, que se aplicaba a los soldados austrohúngaros y que confirmaba aquella sintomatología. Estos cuadros se repiten en los interrogatorios policiales de numerosos paises en que la tortura no se mide correctamente y se sucede la muerte del interrogado.
Ese mismo criterio lo mantiene el Prof. Valdés que se limita a decir que “el cuerpo del Señor entró rápidamente en la rigidez postmortal”, postulado que recoge también Loring. Mario Cappi señala muy agudamente que la fijación del cuerpo en la postura semiflexionada general demuestra que estaba muerto y rígido cuando se le quitó de la cruz. Por lo tanto, el rigor mortis se presentó en un momento muy precoz . Así lo afirma Barbet cuando señala que “cuando muere queda instantáneamente rígido. La rigidez debió ser brutal, instantánea, total de un solo golpe”. Para Hynek fue instantánea, la compara con la que se produce en los ciervos acosados y sometidos a una fatiga excesiva. Gedda, a la hora de calcular la estatura, tuvo en cuenta el estado de rigidez y escribía al respecto que “el tórax de Jesús estaba agitado, expandido, globuloso”.
Siliato añade, a propósito de la rigidez cadavérica, que es probable “que eso haya impedido a los sepultureros colocar el cadáver con los brazos a lo largo de las caderas, única postura posible, dada la repentina rigidez cadavérica del cuerpo”.
Se trata, por tanto, según observaciones propias y el criterio unánime de una rigidez cadavérica, instantánea o muy precoz, que era completa cuando se procedió a descolgarlo, intensa y que hubo que vencer para recoger los brazos y proceder a amortajarlo. Éste es un fenómeno clave para concretar el tiempo transcurrido desde la muerte hasta el momento en que se produce la imagen.
Domínguez resume de modo completo la situación de rigidez en que se encuentra el Hombre de la Síndone y dice que el Hombre sindónico presenta una acentuada rigidez, propia, por otro lado, de las muertes en extremo fatigosas y dolorosas con deshidratación y fiebre.
Esta rigidez se caracteriza principalmente por:
La cabeza se halla flexionada hacia delante y la nuca elevada y tensa.
Los músculos esternocleidomastoideos, trapecio e inspiradores están rígidos, lo mismo que el deltoides.
El tórax, se encuentra dilatado, en inspiración forzada.
Los músculos pectorales mayores se ven contraídos y salientes.
La musculatura escapular se encuentra contraída y pegada a las costillas.
Epigastrio hundido e hipogastrio prominente.
Musculatura dorsolumbar tensa.
Lordosis lumbar acentuada.
Glúteos intensamente marcados, especialmente el derecho.
Piernas flexionadas, especialmente la derecha.
Pie izquierdo más hiperextendido que el derecho.
Añade Domínguez que los brazos, en cambio, no presentan rigidez equiparable a la del resto del cuerpo y fueron cruzados sobre el pubis sin un esfuerzo excesivo, al contrario que las piernas, criterio subjetivo, valorable porque procede de un médico.
En síntesis: no ofrece dudas que la imagen de la Síndone reproduce un cadáver en estado de intensa rigidez. Que esta rigidez se produjo, por la morfología que presenta el cuerpo, estando éste aún en la cruz. Que para colocar las manos del cadáver sobre la zona pubiana hubo que vencer esta rigidez. Que la rigidez volvió a implantarse en las manos, brazos, y hombros.
Siendo esto así, la existencia del rigor mortis implantado puede orientarnos sobre el momento en que se produjo la imagen a partir del momento de la muerte.
¿CUÁNDO SE PRODUJO LA IMAGEN?
Porter recoge en su libro, sin que cite procedencia ni razones, que Gilbert Lavois había sugerido que el cuerpo del crucificado había sido envuelto en la sábana durante un tiempo no superior a dos horas y media desde su muerte, frente a otros autores como Rodante, que calculaba este periodo en treinta y seis horas aplicando los cálculos estándar medicolegales, criterio que copia Benítez. Igartua, al no detectar signos putrefactivos marca un plazo de menos de tres o cuatro días, si bien señala que el cadáver no estuvo demasiado tiempo en el lienzo que lo envolvía; Manuela Corsini proporciona la cifra de unas treinta horas, sin llegar a las cuarenta, en función de las teorías vaporográficas sobre la formación de la imagen que entonces se daban por válidas.
¿ESTABA MUERTO EL HOMBRE DE LA SINDONE?
Sin duda hay que afirmar que sí. Los signos que proporciona la propia síndone y los relatos evangélicos son demostrativos. Intentar demostrar lo contrario no es sino un empecinamiento que no tiene base científica y seria.
•1. Según el Sudario dicho sujeto era cadáver. El mecanismo de formación de las manchas es incompatible con cualquier posible movimiento respiratorio y, además, se demuestra que hay sangre postmortem.
•2. Según los Evangelios existen numerosos testigos, algunos conocedores por oficio de la muerte en cruz, otros interesados en la destrucción del Maestro. Presenciaron la muerte: Juan, los soldados,
el centurión, José de Arimatea, los seguidores de Jesús presentes, las mujeres, sacerdotes, pontífices y fariseos, personalmente o representados.
•3. Según la Síndone: En la propia tela se ha demostrado que la herida del costado tenía carácter postmortem, La lanzada supone una grave herida en el corazón o a nivel pleuropulmonar; la facies hipocrártica de la imagen es cadavérica; el cuerpo estaba en una situación de rigidez intensa a todos los niveles y en todas las regiones; el tórax estaba en inspiración; la misma posición de brazos y manos sobre pubis, inmóviles, tras vencer la rigidez, así nos lo indica; los miembros inferiores aparecen asimétricos con las piernas flexionadas, en una postura antigravitatoria mantenida; la cabeza flexionada sobre el tórax y éste sobre el abdomen, en una postura mantenida contra gravedad; el vientre hacia fuera; se ha comprobado la existencia de sangre vital y postmortem y, sobre todo, la quietud absoluta que presenta la imagen incompatible con cualquier hálito de vida.
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