El pasado mes de junio nos llegó un artículo aceptado en la revista científica Archaeometry que nos dejó totalmente perplejos: carece de rigor científico y repite argumentos del pasado ya superados por los estudios anatómicos y forenses. Es lo que suele ocurrir cuando uno escribe de temas que no son de su ámbito de estudio. El prof. Alfonso Sánchez Hermosilla, director del EDICES (Equipo de investigación del Centro Español de Sindonología), médico forense de prestigio ampliamente reconocido, responde a dicho artículo de forma profunda y con evidente rigor científico. A continuación, dejamos en pdf para descargar el artículo original y la respuesta del prof. Sánchez Hermosilla y transcribimos dicha respuesta.
CONSIDERACIONES AL ARTÍCULO “UNVEILING DECEPTION: AN APPROCH OF THE SHROUD OF TURIN´S ANATOMICAL ANOMALIES AND ARTISTIC LIBERTIES” by Elio Quiroga Rodríguez
Alfonso Sánchez Hermosilla
Médico Forense
El mencionado artículo hace referencia a diversas teorías sobre la Síndone de Turín, todas ellas muy antiguas, y ninguna de ellas demostrada de forma científica, más bien todo lo contrario, el estado actual de conocimientos científicos apunta a que dichas hipótesis son falsas. Estas teorías, de forma sintética, son las siguientes:
1. La datación por el método de Carbono 14 de la Síndone de Turín demuestra que es un objeto medieval. Concretamente, el tejido fue confeccionado entre los años 1260 y 1390, durante la Edad Media.
2. La Síndone de Turín es una falsificación.
3. Se trata de una pintura.
4. Anatómicamente, no es posible que un ser humano en posición horizontal cubra su región genital con las manos.
A continuación, se describirá de forma sintética el estado actual de conocimientos científicos sobre cada una de estas aseveraciones.
1. La datación por el método de Carbono 14 de la Síndone de Turín demuestra que es un objeto medieval. Concretamente, el tejido fue confeccionado entre los años 1260 y 1390, durante la Edad Media.
Los resultados de dicho método, tal y como fueron publicados en su momento, (Nature 1989), deben en todo caso considerarse como “datos en bruto” que, como en toda determinación analítica, deben ser interpretados exclusivamente por expertos en la materia, y siempre puestos en su contexto.
Como todos los expertos saben, ningún método analítico es confiable al 100%, todos sin excepción tienen un margen de error más o menos grande, habiéndose desarrollado el cálculo de la “incertidumbre” en métodos analíticos para determinar dicho margen de error, y el Carbono 14 no es una excepción. La bibliografía especializada muestra muchos ejemplos de errores considerables de esta metodología en todo tipo de material biológico, especialmente en material textil.
A tales efectos, conviene tener en cuenta la investigación de Montero (2022), químico del EDICES, y experto en Biodeterioro, en la que analizando el tejido del “Soudarion” de Oviedo (España), observó que muchas de las fibras de lino de la superficie tenían una coloración oscura, casi negra, al traccionar suavemente sobre una de ellas con unas pinzas, descubrió que era mucho más frágil que las fibras que no mostraban ese cambio cromático. Así que aisló algunas de estas fibras y las observó al microscopio, para descubrir que no mostraban el mismo aspecto que el resto de fibras, su superficie era irregular en vez de lisa, y su color, decididamente oscuro, motivo por el cual, las denominó “Fibras Negras”. La hipótesis más factible sobre el origen de estas fibras era el posible biodeterioro de las mismas como consecuencia de la acción de diversos microorganismos responsables de incorporar la materia orgánica del material textil natural de regreso al ciclo biológico del Carbono. Al ciclo de la vida, en definitiva.
Los mismos microorganismos responsables de biodeterioro, no sólo se alimentarían de las propias fibras de lino, y de todo material biológico añadido, incluida la sangre y otros fluidos corporales humanos. Como consecuencia de su metabolismo, destruían el tejido original, y, además, depositaban sobre el mismo sus propios residuos metabólicos, el equivalente a las heces de los seres superiores, aportando así, de nuevo, Carbono-14 moderno que se depositaba continuamente, y durante siglos, sobre las fibras del tejido.
Por otra parte, de forma experimental, Montero (2022), reprodujo el método de limpieza estándar que se aplica al material textil antes de someterlo a la prueba de Carbono-14, dicho método es muy agresivo, utilizando de forma alternativa ácidos y álcalis a altas temperaturas para retirar todo tipo de contaminación biológica añadida al material textil objeto del estudio, con la consecuencia de que el peso del material, tras sufrir esta limpieza, se reduce a algo menos de la mitad del peso original.
Montero repitió este mismo método de limpieza con fibras negras, y observó que dicho método de limpieza no tenía el mismo efecto sobre dichas fibras, ni retiraba completamente el carbono amorfo, consecuencia, probablemente del biodeterioro, añadido de forma secular.
Esta circunstancia añadida si es relevante en el cómputo final del total de Carbono-14 contabilizado, pues tras la limpieza se reduce en algo más de la mitad el Carbono-14 original, y no se elimina completamente el Carbono-14 moderno añadido a las fibras.
Probablemente, esta no sea la única causa de los problemas de Carbono-14 con el material textil, incluida la Síndone de Turín, pero si es una de las más relevantes, y desde luego, su efecto se suma al resto de causas, algunas conocidas, otras hipotetizadas, y otras, de momento, desconocidas.
Por otra parte, en Oviedo, España, se conserva otro objeto arqueológico conocido como Sudario de Oviedo, o también “Soudarion” de Oviedo, al que de forma tradicional se conocía como “Sudarium Domini”, la investigación científica de este objeto ha puesto de manifiesto que cumple todos los requisitos necesarios para haber sido usado como lienzo funerario durante el siglo I siguiendo los usos y costumbres de la etnia hebrea. Dicho objeto, tiene documentada su presencia en España desde el siglo VII, y desde el punto de vista Médico Forense, Antropológico, Anatómico y Matemático, puede afirmarse que “Soudarion” de Oviedo y Síndone de Turín cubrieron el cadáver de la misma persona.
Estos hallazgos parecen incompatibles con la hipótesis de que la Síndone de Turín fue tejida en un periodo tan tardío, casi siete siglos después de la presencia documentada del “Soudarion” de Oviedo en España. (Entre los años 1260 y 1390 d.C.). Es improbable que el mismo cadáver, siete siglos después haya dejado manchas de sangre y otros fluidos corporales coincidentes en ambos lienzos, así como una inexplicable imagen en la Síndone.
2. La Síndone de Turín es una falsificación.
Hasta la fecha, ningún investigador ha demostrado científicamente que la Síndone de Turín, y tampoco el “Soudarion” de Oviedo sean objetos falsificados, en el sentido de haber sido confeccionados con la intención de engañar al público haciéndolos pasar por objetos funerarios cuando en realidad no lo son. Está fuera de toda duda que se trata, en ambos casos, de objetos que tuvieron, como ya se ha expuesto, un uso funerario acorde con los usos y costumbres de la etnia hebrea en el siglo I d.C., y que ambos se usaron para cubrir el cadáver de un mismo individuo de sexo varón, y que muestra hallazgos compatibles con la hipótesis de que dicho individuo sufrió el mismo tipo de maltrato físico que se describe a propósito del personaje histórico de Jesús de Nazaret.
Hasta la fecha, se han realizado innumerables intentos con métodos muy diversos que, teóricamente, permitirían demostrar que la Síndone de Turín es una falsificación, la mayoría son simples teorías que ni siquiera sus descubridores han puesto en práctica, otras sí, pero siempre con resultados negativos. La consecuencia final es que dichas teorías nunca han sido demostradas y, además, no resultan verosímiles. Los intentos de demostrar algunas de estas teorías han conseguido el efecto opuesto, es decir, han demostrado que no fue ese el mecanismo mediante el cual se produjo la Síndone de Turín.
3. Se trata de una pintura.
En la bibliografía científica no se encuentra ninguna publicación que demuestre en modo alguno, y de forma inequívoca que la Síndone de Turín sea una pintura.
El estado actual de conocimientos científicos, en realidad, reconoce que el mecanismo mediante el cual se formó lo que se conoce como “imagen sindónica”, a fecha de hoy, es totalmente desconocido, descartando que se produjera por contacto con ninguna superficie. En el momento presente, no se dispone de ninguna tecnología que permita hacer una copia de la imagen sindónica replicando todas y cada una de sus características.
Por otra parte, los estudios analíticos no encuentran una cantidad suficiente de material tintóreo que justifique las manchas de lo que parece ser sangre y otros fluidos cadavéricos, y tampoco sobre la imagen sindónica. Lo único que se encuentra son trazas de pigmentos que, en realidad, son microcontaminantes, y su origen más probable es la trasferencia de dichos pigmentos a partir de otros materiales, entre ellos, las diversas copias de la Síndone que se han realizado en el pasado, y que algunas de ellas, se han puesto en contacto directo con el original para “Santificar las copias por contacto con la Síndone”.
Y esto con respecto a la imagen sindónica, pues lo que parecen ser manchas de sangre, efectivamente, son de sangre humana según ponen de manifiesto todas las investigaciones realizadas hasta la fecha, incluidos los estudios genéticos.
4. Anatómicamente, no es posible que un ser humano en posición horizontal cubra su región genital con las manos.
En primer lugar, debe tenerse en cuenta que se desconoce el mecanismo de formación de la imagen sindónica, por lo tanto, no es posible estar seguros sobre la circunstancia de que la Síndone reproduce de forma fidedigna las proporciones anatómicas del cuerpo humano que muestra. Por lo tanto, cualquier afirmación en este sentido, no pasa de ser una hipótesis sin confirmar hasta que se conozca en profundidad que ocurrió en realidad. Y para esto, a fecha de hoy, desde la perspectiva de la ciencia, no hay respuestas.
Por otra parte, esta hipótesis de que las proporciones anatómicas de todos los seres humanos son las mismas, tampoco es correcta. La euritmia de dichas proporciones, ciertamente, es la regla general, pero no se cumple absolutamente en todos y cada uno de los individuos, y tampoco lo fue en el pasado, como demuestran los estudios antropológicos en poblaciones humanas actuales, y también en poblaciones antiguas. Por lo tanto, no es totalmente cierto que “La distancia entre los dedos de los brazos de un adulto deben aproximadamente igualar su altura”. Al menos, no en la totalidad de la población, máxime cuando dichas proporciones anatómicas responden a idealizaciones estéticas propias de regiones geográficas o épocas históricas concretas, no en datos antropométricos mensurados de forma objetiva.
Debe tenerse presente la siguiente circunstancia, en una posición de decúbito supino, totalmente horizontal, en posición anatómica, si se cruzan las manos por delante, efectivamente, no cubren el área genital, quedan por encima de la misma. Pero si el cuerpo está parcialmente inclinado hacia delante, las manos si pueden cubrir sin ningún problema el área genital. Según las investigaciones de Villalaín (2010), el cadáver del Hombre de la Síndone presentaba una rigidez cadavérica precoz e intensa, y con excepción de los brazos, cuya posición fue modificada, presumiblemente, durante las maniobras de amortajamiento del cadáver, el resto del cuerpo estaba ligeramente inclinado hacia delante, y con las caderas y rodillas parcialmente flexionadas, reproduciendo la posición en la que se produjo la muerte, dicha posición es la misma que se muestra en la imagen sindónica, tal y como mencionan V. L. Caja, y M. Boi. (2018). Por este motivo, los brazos no caen hacia los lados, y todo ello sin necesidad de ligarlos en modo alguno. La posición queda fijada por la rigidez cadavérica.
Y una cuestión adicional, conviene tener en cuenta la posibilidad de que las manos no estén pegadas al cuerpo, como puede parecer observando la imagen sindónica que, al fin y al cabo, es una proyección espacial de un objeto tridimensional sobre un plano de dos dimensiones. Si las manos están elevadas, como parece ser, respecto al cuerpo, la proyección modifica la interpretación de las distancias y dimensiones. Este hecho es notorio en la inclinación de la mano derecha, que aparenta ser más alargada de lo natural, presuntamente por la proyección en la tela de su situación en el espacio.
Con respecto a la afirmación de que “La distancia entre dedos de un adulto con los brazos extendidos debe aproximadamente igualar su altura”, no se cumple obligatoriamente en la totalidad de la población. Además, no es posible medir la longitud de los brazos en la imagen sindónica, pues no se observa ninguno de los hombros, el motivo es simple, el material textil en estas zonas, al igual que en otras muchas, ha desaparecido, presumiblemente como consecuencia de, al menos, un incendio. Por tal motivo, no es posible hacer ningún tipo de aseveración en este sentido. Las mediciones realizadas en el artículo no se basan en mediciones confiables, ni en datos numéricos objetivos, sólo están basadas en estimaciones sujetas a la subjetividad. Y una vez más, hay que tener en cuenta que la imagen sindónica es una proyección en un plano de una figura en el espacio, por lo tanto, las distancias medidas entre dos puntos de dicha imagen sindónica no son reales en la medida en que se ven modificadas y alteradas, por cuestiones de geometría básica, con respecto a las dimensiones originales de los elementos generadores de dicha proyección.
Tampoco hay evidencias absolutas de lesiones articulares o esqueléticas, ni luxaciones, ni fracturas óseas. Al no ser visibles los hombros en la imagen sindónica, no es posible afirmar, ni negar la presencia de luxación de hombro unilateral o bilateral.
Desde el punto de vista científico, además, no es posible determinar la intención de las personas que practicaron los ritos funerarios sobre el cadáver, por tal motivo, no puede conocerse con total certeza si las manos del cadáver quedaron sobre el área genital en un gesto pudoroso premeditado, o fue simplemente accidental y se produjo al reducir la rigidez cadavérica de los hombros durante las maniobras de amortajamiento.
CONCLUSIONES
Desde la perspectiva científica, no puede considerarse demostrado que la antigüedad del tejido de la Síndone de Turín pueda datarse en el período de tiempo 1260-1390 d.C. por varias cuestiones de falta de validez y confiabilidad en la prueba que dio tales resultados, por un lado, y por otro, por la interpretación de los resultados de significación estadística, que resultan ser discutibles en el mejor de los casos. Por tal motivo, no puede excluirse su supuesta conexión con una crucifixión efectuada en el siglo I d.C.
Científicamente, no está demostrada la existencia de inconsistencias anatómicas dentro la imagen sindónica. Se trata de una proyección en un plano bidimensional de un objeto tridimensional, un cadáver, y este proceso de proyección ocasiona distorsiones.
Desde el ámbito de la ciencia, tampoco está demostrado que la Síndone de Turín sea una pintura, ni tampoco una falsificación.
La “postura modesta” de la imagen sindónica, en la que las manos cubren el área genital, no demuestra en modo alguno que se trate de una pintura medieval obra de un artista anónimo basándose simplemente en el hecho de que esa posición es una característica de la iconografía católica medieval. No parece juicioso considerar esto como un argumento científico. Más bien todo lo contrario, como demuestra Rodríguez Almenar (2017), todo parece indicar que fue la Síndone de Turín y su imagen sindónica las que inspiraron no sólo la iconografía medieval, sino que aún tiene influencia en el presente. Por otra parte, desde la Medicina Legal y Forense, las publicaciones científicas ponen de manifiesto la naturalidad del proceso mediante el cual, el cadáver del Hombre de la Síndone quedó en la posición que refleja la imagen sindónica.
REFERENCIAS
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Demasiado seria la respuesta para un artículo tan poco serio. Menos mal que cada vez hay menos gente que se atreva a escribir (y enviar, que no se explica que sea publicado en una revista que presume ser importante) ocurrencias a propósito de objetos tan importantes como Sindone o Sudario de Oviedo.